De abogados...
De la ocasión aquella en la que tuvo un fuertísimo choque contra un trailer de carga. Poco tiempo después, lleno de soberbia, el abogado de la compañía transportista cuestionaba frente al juez al viejo Filósofo:
−El día del accidente, ¿no dijo usted?: “ESTOY BIEN”
−Es correcto –respondió el viejo campesino− sólo permítame decirle lo que sucedió: acababa de subir a mi vaquita lechera a mi troca...
−No me diga usted detalles señor −interrumpió el abogado− simplemente conteste: ¿Dijo usted si o no, en el sitio del accidente? “ESTOY BIEN”
−Bueno −insistió el Filósofo− acababa de subir a mi vaquita lechera a la troca e iba manejando hacia...
−Señor juez –dijo en tono molesto el abogado− estoy tratando de establecer el hecho de que en la escena del accidente este hombre le dijo al POLICIA FEDERAL DE CAMINOS que se encontraba bien, y ahora, semanas después está tratando de cobrar gastos médicos y medicinas a mi cliente… ¡esto es un fraude!. Por favor dígale que simplemente conteste la pregunta: ¿si o no?
Como buen mexicano, para entonces la curiosidad le había picado al juez quien estaba un tanto interesado en lo que el viejo Filósofo trataba de decir, así que sentenció:
−Me gustaría saber qué es lo que tiene que decir de su vaquita lechera.
−Gracias señor −dijo el campesino de allá mesmo−, como le estaba diciendo, acababa de subir a mi vaquita lechera a mi troca e iba manejando por la carretera cuando el trailer omitiendo la señal de ALTO, chocó con mi troca. Yo salí volando por un lado, y mi vaquita fue a parar en un potrero al otro lado de la carretera.
Estaba tan golpeado que no me podía ni mover. Desde allí oía a mi pobre vaquita mugiendo y quejándose bien feo. Nada más por sus mugidos sabía que estaba terriblemente dañada. Poquito después del camionazo, un federal de caminos llegó al lugar del accidente y oyendo los terribles mugidos de mi vaquita fue a checarla. Después de ver su lamentable condición, sacó su pistola y le pegó un tiro en medio de los ojos. Luego vino a donde estaba yo tendido en el piso y aún con la pistola humeante en la mano me preguntó: ¿Y usted cómo está, cómo se siente?
Con todo respeto señor juez, pero ¿Usted como ...ingados le hubiera contestado?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario