"DISCIPLINA - LEALTAD - SACRIFICIO"


"PROTEGER Y SERVIR"

martes, 19 de enero de 2010

Kilómetro 38+900



De los expedientes FTL/TLP-3/T2/02305/09-08, y FMC/MC-1/00674/09-07 de la PGJDF.

Catorce de agosto de 2009. 00:05 horas. Kilómetro 38+900 de la carretera federal México-Cuernavaca. Colonia Parrés El Guarda. Delegación Tlalpan. Distrito Federal.

Los policías federales Pedro Daniel Ramírez García, de 30 años, con estudios de licenciatura, número de placa de la PFP 14982, con cuatro años de experiencia policial, y José Alfredo Guzmán González, de 29 años, con estudios de licenciatura, con número de placa de la PFP 16027, con tres años de experiencia policial, circulaban en su patrulla azul con blanco número 11314, casi en los límites entre la capital y Morelos.

De pronto observaron a la camioneta Ford Aerostar gris con azul, modelo 1989, con placas de circulación DWE 2403, del estado de Chihuahua. Los oficiales se percataron que la camioneta circulaba sin encender el faro delantero derecho. Prendieron las torretas, sonaron brevemente la sirena, y le marcaron el alto total. Los oficiales bajaron de su unidad.

Alumbraban la camioneta con el potente faro blanco de la torreta. De la camioneta descendió el conductor. Luego sabrían que se trataba de Ismael Quintero Oliver, de 30 años, de oficio taxista.

—Tiene el faro derecho delantero apagado. ¿Qué transporta? —indicó y preguntó el oficial Guzmán González.

—Nada… —contestó el conductor.

En ese momento descendió de la camioneta el copiloto, quien más adelante se identificaría como Marcos Érick Pérez Mora, de 21 años de edad, también taxista.

—¿Qué llevan? —interrogó al copiloto el oficial Ramírez García.

—Nada… —coincidió éste.

Ambos sujetos se apreciaban muy nerviosos.

El oficial 16027 procedió a la revisión de rutina del interior del vehículo con su lámpara de mano y sintió un sobresalto cuando alumbró los asientos traseros y el espacio entre éstos y los asientos delanteros: ahí yacía un cuerpo semicubierto. ¿Estaba vivo o muerto? ¿Los estaban secuestrando, o era un cadáver que iban a tirar?

—¡Quietos! —les ordenó Guzmán González a los ya nerviosísimos sospechosos—. ¡Vigílalos, traen un cuerpo! —le pidió e informó a su pareja, quien desenfundó su escuadra reglamentaria calibre .38 marca Pietro Beretta.

El efectivo federal abrió la puerta corrediza de la camioneta, buscó los signos vitales del ser, y confirmó su sospecha: se trataba del cuerpo sin vida de un hombre entre 40 y 45 años. El tipo estaba en posición decúbito del lateral izquierdo, semicubierto con la funda negro y azul de uno de los asientos. Estaba atado de manos y brazos hacia atrás de la cintura con una venda de color blanco. Las piernas estaban semiflexionadas y recostadas sobre el costado interno izquierdo.

El muerto no tenía camisa ni camiseta (horas después policías judiciales encontrarían bajo el asiento trasero una sudadera blanca con forro y capucha gris que le pertenecía). Portaba unos pants negros con franjas blancas, tenis negros Nike Air Turbulence, y dos calcetines: uno azul y uno negro.

—¡Está muerto! —le gritó a su compañero. ¡Que no se muevan!

El policía alumbró el asiento delantero del piloto y no halló nada. Luego el asiento del copiloto y encontró cuatro casquillos útiles. Alumbró el espacio entre ambos asientos, el piso, y vio una pistola. La cogió. Era un revólver negro mexicano marca Mendoza, calibre .22, con cinco cartuchos útiles.

—¡Pareja, los dos al piso! ¡Aquí traen una pistola! ¡Chécalos!
Mientras el oficial 14982 sometía, esposaba, y revisaba a los desde ese momento sospechosos de homicidio, y sólo hallaba en la bolsa del pantalón de Ismael Quintero Oliver una cartera negra Kipling con 2 mil 500 pesos en cinco billetes de $200 y 15 de $100, Guzmán González volvió a iluminar el cuerpo sin vida. Frente a la cabeza del occiso y en el estribo descubrió una mancha irregular que parecía hemática. Sí, era sangre.

Era la sangre —luego averiguaría el Ministerio Público— de Raúl Martínez Rico, también conocido como El Perro, delincuente dedicado al asalto de taxistas en la delegación Magdalena Contreras.

Ambos oficiales subieron a los sospechosos a la patrulla.

—¿Ustedes lo mataron? —preguntó Guzmán González.

Se hizo un silencio. Ismael, el taxista de 30 años, sintió que ya no tenía salida.

—Sí… —respondió.

—¿Por qué? —preguntó Ramírez García.

—Este güey me asaltó un buen de veces en mi taxi, lo denuncié, y lo dejaron salir. Y… pus lo madreamos, pero… se nos pasó la mano.

—¿A dónde lo llevaban? —interrogó Guzmán González.

Ninguno de los taxistas respondió. Sólo pensaban en su mala suerte: por un maldito faro fundido…

Los policías los remitieron a la fiscalía desconcentrada en Tlalpan, donde se les inició una investigación: homicidio doloso por golpes.

De acuerdo con estadísticas del la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), en promedio cada cuatro horas un pasajero es asaltado en un taxi, o un taxista es robado en su vehículo. Son seis casos denunciados por día.

De enero a noviembre de 2009 (datos más recientes disponibles), hubo 2 mil 6 robos a pasajeros y taxistas. Esto representa un promedio mensual de 182 casos denunciados.

En el mismo periodo fueron mil 408 las personas que sufrieron un asalto a bordo de ese tipo de transporte, un promedio de 128 por mes, al menos cuatro por día. Uno cada seis horas.

Y si los taxis son utilizados por delincuentes para robar a la gente en complicidad con los choferes, o son éstos quienes asaltan a los pasajeros, los taxistas honrados también son víctimas de la criminalidad: 598 denunciaron haber sido asaltados durante los 11 meses de 2009 referidos, un promedio de 54 por mes, prácticamente dos por día (1.8). Uno cada doce horas.

Si se tomara en cuenta la llamada cifra negra (por cada delito denunciado hay cuatro que no se denuncian, coinciden los especialistas en el tema), en realidad serían diez los taxistas asaltados cada día en la capital del país. Uno cada dos horas y media, en promedio.

Y esa facilidad con la que suelen actuar los delincuentes genera rabia. Tanta, que unos taxistas se hartaron de la impunidad delincuencial y de la ineficiencia en la procuración y aplicación de la ley… y decidieron hacer justicia por su propia mano…

2 comentarios:

  1. tengo una duda del tamaño del mundo, tengo mis papeles en regla, pero mi cartilla no la tengo liberada, solo tengo la precartilla, soy clase 1990 bola negra y remiso, creen ustedes que haya problema si presento mis papeles asi??

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  2. para poder ingresar a la convocatoria tienes que tener la hoja de la liberacion, si no la tienes en enero la puedes tramitar en el cuartel militar que te corresponda, mi caso es el mismo y me dieron para atras.

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